3- Identificar los obstáculos

Ciertamente no se elige el sufrimiento ante la muerte de un ser querido pero sí se puede elegir qué actitud tomar para salir de la cripta de dicho sufrimiento.

¿Qué actitud ha de tomarse ante los obstáculos? Hay que identificarlos para ir superándolos uno por uno. En el principio del proceso del duelo surge la creencia de que los grandes obstáculos están fuera de uno mismo. Y no es tan así. Los obstáculos son también, y sobre todo, muy interiores y personales.

Un gran obstáculo es querer sólo aliviarse y no sanarse a fondo. También no aceptar que hay que sufrir sanamente para dejar de sufrir. En los duelos no hay anestesias totales. Aceptar de los otros una relación de ayuda paternalista, que se reduzca a permitir el mero desahogo de los sentimientos sin llegar a una sana confrontación empática, en nada ayuda.

Serios obstáculos son: aislarse, no compartir familiarmente el proceso del duelo, no expresar los sentimientos, desaprovechar la fe, ir a una hiperactividad, no pedir ayuda ni dejarse ayudar, considerar que hay temas tabú, bajar los brazos ante la desmotivación, esperar soluciones mágicas, hacerse la víctima, aceptar que no hay salida, no querer ser feliz, entrar en un estado de ánimo distímico…

Otros grandes obstáculos: no incorporar el «cuidarme», no manejar el estrés, no evaluar el propio sufrimiento, producir sufrimientos añadidos», hacer individualmente el duelo, vivir la inevitable soledad como «solitariedad»…

Todo obstáculo que no se afronte, confronte y se supere será una fuente continua de sufrimiento.

El sano duelo no da saltos ni deja asignaturas pendientes en ese nuevo aprender a vivir. No se puede dejar el sufrimiento a la deriva.